martes, 25 de febrero de 2014

Nick Vujicic, el triunfo de la voluntad

En muchas ocasiones vemos a nuestros alumnos desmotivados, apáticos, sin ilusión ninguna por aprender, sin ganas de esforzarse, queriendo vivir en un mundo entre algodones en el que todo se lo den hecho. Vivimos tiempos difíciles, pero son cíclicos, porque se han sufrido épocas peores y se ha salido de ellas. Lo que no se puede conseguir de mayor es un hábito de estudio sin haberlo adquirido desde pequeños. No podremos ser felices si no nos ganamos la meta a la que queremos llegar, porque nadie nos va a regalar nunca nada ni todo va a ser tan de color de rosa como en la infancia, cuando nuestros padres nos lo dan todo sin exigirnos y los profesores proporcionan unos contenidos mascados. Si como consecuencia de todo esto sólo nos encontramos con hijos caprichosos y desagradecidos, protestones, tiranos, exigentes, malhumorados y alumnos desagradables, carentes de sentido ético, centrados en vigilar y censurar a los demás sin exigirse nada a sí mismos, todos habremos fracasado: los padres porque queriendo agradar non han educado, los profesores porque no exigiendo tampoco han instruido y la sociedad porque poniendo veto a cuanto suponga firmeza en la formación heredará gente sin moral, sin conocimientos ni valores éticos; tipos que sólo pensarán en divertirse por aquello de que querrán hacer sólo lo que les guste. Y cuando se harten hasta de eso, ¿qué les quedará?, ¿para qué servirán?, ¿quién los socorrerá si ellos despreciaron a todos? Sin embargo hay modelos de vida con los que estimularnos si sabemos entender lo que quieren decir. Nick Vujicic es uno de ellos. Afectado de tetramelia nació sin brazos ni piernas y sin embargo se gana la vida animando a los demás a superarse, como lo ha hecho él. Tomémosle de ejemplo, analicemos nuestras vidas, busquemos una meta y luchemos por conseguirla.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Castillos de cartón

La tarde del martes, 18 de febrero, hemos retomado otra sesión de nuestras tertulias literarias, acompañadas de café, pastas y sobre todo ganas de pasar una buena tarde disertando sobre un libro. Esta es la sinopsis del tema:
"María José Sánchez, Jose, trabaja de tasadora de arte en una casa madrileña de subastas. Un día recibe la llamada de un antiguo amigo y amante, Jaime González, anunciándole que su común amigo, Marcos Molina Schulz, se ha suicidado. La  noticia no sólo devuelve a la narradora a su época de estudiante de Bellas Artes, cuando todavía soñaba con ser pintora, sino que le hace revivir la torrencial historia de amor que vivieron los tres cuando ella apenas tenía veinte años. Con la amarga emoción de lo que se siente irrecuperable, María José reconstruye los detalles de aquella pasión triangular, imposible y excesiva, la alegría desbordante con que exploran el sexo, la intimidad sin tapujos recién estrenada y la entrega cómplice y excluyente a la pintura. Fueron destellos de una felicidad intensa, verdadera, que sólo acabaron ensombreciendo los celos de los amantes y la injusta negociación con el talento de los tres aprendices de artista".
Se nos han incorporado madres nuevas y dos abuelas que colaboran periódicamente con el colegio y con sus nietos, alumnos del colegio. El director apareció unos minutos, pero sus múltiples tareas le reclamaron. La ficha que seguimos, que por extensa no se adjunta, nos sirvió de guión para sacar nuestras conclusiones: muy bien escrito por Almudena Grandes, lleno de metáforas, la realidad de un triángulo amoroso, el paralelismo con el número 3, que resulta el no va más inicialmente para pasar a ser sólo un número y negarle la realidad al final, cuando el triángulo se derrumba y un montón de detalles que relacionados con la pintura nos hacen ver la ruptura mental de los protagonistas con una época anterior, retrógrada y gris.