martes, 25 de marzo de 2014

Cuentacuentos 2014

Es lunes, 24 de marzo. Fuera hace malo, es un día lluvioso y frío, pero son las dos y es la hora del cuento, tiempo para serenarse, reposar después de comer, escuchar y dar rienda suelta a la imaginación. Como no nos parecía bien que los pequeños pasaran frío, ya que habían venido a la biblioteca antes de que se poblara con los del tercer ciclo, los invitamos a la sesión. Como siempre, llamamos su atención sobre lo que vamos a hacer y lo que esperamos de ellos, todo mientras bajamos la voz, les invitamos a que se sienten, se callen y estén muy atentos para que los duendes de la imaginación nos salgan por la boca en forma de un cuento más. Cuando empezamos a narrar los miramos a la cara para ver sus reacciones y comprobar si estamos conectando con su interés, algo que se deja ver apenas mirarlos a los ojos. Bien sentados, quietos y sin rechistar empezamos nuestro relato modulando voces, haciendo gestos, variando tonos y llenando la narración de adjetivos que embellezcan y enriquezcan el contenido mientras vamos pasando la vista de uno a otro para comprobar su grado de aceptación. Finalmente pedimos que levanten la mano y uno a uno van diciendo cuál creen que es el título, hasta que con pista o sin ella lo acierta alguien. Es ese quien reparte los dibujos que hemos preparado y nos sentamos con una caja de pinturas por mesa. Entonces lo adornamos para que una vez finalizado se lo lleven y archiven con los casi treinta que llevamos contados ya. ¡Y seguiremos hasta llegar a cuarenta, por lo menos!

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